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Una Segunda Cita

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The Story of TPL

La Tierra está congelada. Envuelta en una era de hielo moderna. Los gobiernos del mundo idearon un plan para salvar a la humanidad que consistía en meter a todos dentro del metaverso. Lo llamaron “La Transición de Paradigma”. Los primeros diez mil voluntarios, listos para pavimentar el camino, eran llamados CyberBrokers. Todo salió mal. Dos siglos después, una autocomplaciente raza humana está lidiando con un gran avivamiento.

Esta es la historia de El Paradigma Perdido.

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Version AlphaThe Story of TPL

Chapter 5

Una Segunda Cita

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RECAP

Después de localizar los datos de vigilancia sobre la madre de Zinc en una parte ya olvidada de EPA, un par de Demonios atacó a Spice sin saber el porqué. Con la ayuda de una Nun, ella pudo apenas escapar de vuelta a la seguridad del departamento de Unironic Ken. Pero cuando ella y Ken revisaron los datos que le costaron su meca, Juicio, descubrieron que tanto los datos biométricos de Zinc como de Ken apuntaban a lo imposible. De alguna manera la madre de ambos resultó ser Astarot. Spice llegó a una conclusión desalentadora. Astarot es el programa desde el cual todos los brokers reciben su código fuente, significando que esencialmente son IA. Confundidos y molestos con el descubrimiento, Spice se desconectó de EPA de golpe, dejando atrás a un consternado Ken con su propia crisis existencial.

Parte 1

“¿Sabes? Un 55% de usuarios de Psicofisioterapia Cadamismo reportan haber encontrado la solución a sus problemas después de una sesión.” La suave y materna voz del AdBuddy que venía siguiendo a Spice por el centro de la ciudad desde hacía quince cuadras a través de oscuros callejones y calles vacías. Frunció el ceño, con la cabeza encapuchada hacia abajo, y aceleró el paso.

Típicamente, era divertido estar cerca de los AdBuddies -a veces hasta eran el alma de la fiesta- ya que maximizaban los pensamientos positivos acerca de sus productos y servicios. Pero cuando marcaron una separación con las personas, la cara amigable a veces se tornaba depredadora. Este probablemente había cachado una mirada de mal gusto, detectando los micro-gestos indicativos de estrés, haciendo de Spice su objetivo principal para soltar ese psicorrollo.

Frunció el ceño todavía más. Habían sido simplemente carteles flotantes en un inicio, una molestia que casi todos ignoraban. Pero de alguna manera ahora su evolución a esta nueva forma antropomórfica con esas expresiones cursis los volvió una molestia casi aceptable.

“Normalmente no hago esto,” venía flotando por detrás. “Pero quiero ayudar. Pareces ser una buena persona, y te mereces un regalo. Me encantaría darte un K-bloque gratis de acceso sin restricciones para un masaje de sonido de metapiedra. ¿No suena increíble? ¿No te mereces dejar que el místico poder de piedras preciosas te quite todas tus preocupaciones? La oferta está sujeta a un chequeo extensivo de la wallet y la financiarización de detalles por obligación de terceras personas para fondos incautados reside con la suscripción completa del usuario a una requerida tasa variable.”

Por supuesto que sí.

Decirle “no” sonaba sencillo, pero estaba guardando su tiempo. No solo no quería darle una razón para insistir aún más, sino que también servía como un sistema de alarma gratuito en caso de que otros Demonios quisieran agarrarla desprevenida y sola. Así que, lo dejó continuar, flotando mientras la seguía por una calle más.

Un ruido le llamó la atención, al dejar de ver el asfalto y voltear hacia arriba. Una pareja corrió por la oscuridad de un callejón vacío.

 El drifter trazó una línea larguirucha al lado de las abundantes curvas imposibles de una Cammer, con su brazo devolviéndole la espalda, los dedos tomando su hombro. Era algo bueno, también, o habría tenido que soportar al odioso acompañante de Spice. No es como que se hayan dado cuenta de ella o del AdBuddy como ellos lo hicieron. No, sus propios ojos hambrientos estaban profundamente atrapados en la corriente de promesas, arremolinándose en los océanos de ella.

El AdBuddy les lanzó un guiño empalagoso y se fue girando hacia sus nuevos objetivos, dejando a Spice. Su voz ya no sonaba maternal, sino como la voz de un hermano mayor cool.

“Esta es tu oportunidad, bro,” les susurró a medias enfrente de ellos. “No la quieres desperdiciar, ¿cierto? Ella es una chica bien que le gustan las cosas bien, y tengo un voucher para Proto aquí mismo. Sólo para ti.”

Spice se detuvo a observar como el drifter vacilaba, viendo a la chica y luego al AdBuddy.

Se deslizó aún más cerca. “Vamos, bro. Déjame ayudarte, salvarte de la humillación. Es una chica especial, ¿cierto? Tu chica. Proto es lo mínimo que podrías hacer por ella, ¿no crees? Quiero decir, mírala. Díme que estoy equivocado.”

Una mirada prolongada selló el trato. Ella sonrió, y él sacó su llave de firmware sin quitar la mirada.

La psique humana es tan vulnerable a que se aprovechen de ella así como la IA. Interesante. Se encogió de hombros y siguió moviéndose lejos de la transacción.

Sin su alarma flotante, la silenciosa calle empedrada, con sus entradas secretas y puntos privados perfectos para amantes y criminales, ya no era segura. Se movió hacia el ruido de la Calle Kaneda, concentrándose todavía en sus sentimientos, como si su ansiedad y preocupaciones fueran un puzzle criptográfico que pudiera resolver.

De pronto, Spice se encontró con un pasadizo grafiteado, cruzando más de seis carriles de tráfico intenso. Se detuvo para recargarse en el barandal y absorber la vista debajo.

Transportes de múltiples personas y motocicletas flotantes surcaban la noche en dos columnas de luz -una roja, una blanca- mientras multitudes se formaban y se deshacían afuera de los teatros, de los puestos de boosts electrónicos, y de los antros sobre la banqueta. Arriba de todos éstos, en un holograma de alta resolución de más de diez pisos de altura, una Cammer posaba y hacía un puchero, con sus curvas humanas y colores reflejándose contra el vidrio duro y las líneas rectas de los rascacielos. Unos cuantos segundos después, la seductora imagen se desvaneció por completo, reemplazada por un imponente logo de Flashspot. Spice cerró los ojos, disfrutando de los sonidos ambientales a su alrededor. A lo lejos, el distintivo sonido de los propulsores de brinco de un modelo viejo de meca retumbaba en medio de la carcajada de una muchedumbre, con el balbuceo caótico de AdBuddies que competían entre ellos. En la cacofonía, la clásica alarma de un carro hacía eco desde el bracer de un vendedor, seguida por un disparo y el zumbido de una conversación casual, ocasionalmente interrumpido por argumentos acalorados. Y, todo esto sonaba junto al punzante bajo que se vertía desde los antros que ya estaban abiertos.

El sonido de una ciudad de verdad. El sonido de la vida.

Se sentía real. Abrió los ojos en respuesta. Como un Mercader y su pésimo intento de coquetear con un Mercenario inconsciente durante una conversación incómoda debajo del neón de un anuncio de casino. Incluso la alegría ruidosa de unos Degens entrando a un antro o las voces detrás de ella en el pasadizo, quejándose de una marca de bracers.

Todo se sentía… Se detuvo antes de que la palabra se escurriera de su cerebro de nuevo.

Comparada a su realidad actual, con sus paredes apagadas y nieve incesante, la vida en El Paradigma Abandonado ofrecía algo más allá de la miseria del trabajo pesado, o de la inútil satisfacción de un breve momento fuera de la monotonía de ciclos que parecían no tener fin. Adentro, estaba lleno de acción y de complejidad, de color y de vida, de oportunidad y de riesgo.

En su periferia, un paso familiar le llamó la atención. Unironic Ken. Se quitó rápidamente el gorro y volteó hacia él. Casi se le había olvidado que lo había pingueado justo después de que había decidido reconectarse.

“¿Cómo te sientes?” En su último encuentro, había estado con los ojos llorosos, y asustado. Ahora, se veía exhausto.

Se encogió de hombros. “Menos confundido, más enojado. ¿Y tú?”

Ella sacudió la cabeza. “Estoy todavía,” exhaló por un largo momento, “confundida. Perdón por haberme ido tan de repente la última vez. Yo-”

“Olvídalo.” Movió la mirada hacia abajo. “Ahora hay preguntas aún más grandes, más grandes que nosotros, y quiero respuestas.” Pateó la banqueta. “No será fácil…”

“Hey.” Le dijo tocándole el brazo, y él levantó la mirada hacia ella. “Lo que cueste.”

Ken le sonrió suavemente. “Estaba pensando. Probablemente deberíamos…” Ken se detuvo a media oración, con sus ojos concentrándose en el hombre de ella. Su expresión se endureció, su boca se tensó hasta formar una línea delgada.

Ella volteó, ya sabiendo lo que quería decir. “Zinc.”

“Hola.” La respuesta vino con una entonación al final, como si estuviera sorprendido de verla con Ken.

“Escucha, hay algo que debería saber, algo grande que descubrimos al buscar viejos hologramas de tu madre.”

Debajo de ellos, un rechinido de una motocicleta zumbando por la Calle Kaneda, como una advertencia acerca de lo que quería decir. Decirle a alguien que su completa existencia es mentira ameritaba un mejor lugar y con más intimidad que un pasadizo peatonal, pero no tenían tiempo de sobra. “Los Brokers no son-” Contuvo la última palabra con un pequeño sonido molesto y una mirada hacia Ken. Éste movió la cabeza sombríamente.

“¿Los Brokers no son qué, Spice?

Más vale que se lo diga de un sólo jalón.

“Los Brokers no son personas. Tú no eres humano. Eres una IA. ¿Todo es de los cuerpos criogenizados en una institución gubernamental? Es una mentira. Nunca iban a mandarte de vuelta a tu cuerpo, porque no hay un cuerpo al cual regresar. Nunca lo hubo. Eres…” Se pasó una mano por su brazo. “Eres un programa, Zinc. Eso es lo que te he estado tratando de decir.”

Zinc abrió la boca sin decir nada, sus ojos rebotando entre ellos, como si no estuviera seguro de que si sólo estaban bromeando o si estaban locos. Al darse la vuelta, tomó el barandal con ambas manos, sujetándose contra el peso de sus palabras. Contrajo su mandíbula, y los músculos de su cuello se tensaron debajo de su piel como cuerdas de acero.

Ella se acercó a él, pero Ken la tomó del brazo y movió la cabeza. Ella jaló su brazo hasta que él la dejó ir. Pero ya no se acercó, pues esperaba que Zinc gritara o que golpeara el barandal. O peor, que se tirara del puente.

En vez, volteó hacia ella con un suspiro y se encogió de hombros. “¿Y qué tiene?”

Spice dio un paso hacia atrás. “¿Cómo que qué tiene?”

Se encogió de hombros de nuevo. “¿En serio importa?”

Ken abrió la boca, luego sacudió la cabeza y les dio la espalda a ambos.

“¿Entiendes lo que te acabo de decir?”

Zinc asintió y soltó el barandal, limpiándose las palmas en sus pantalones. “Digo, vamos, ya han pasado 200 años. No hay noticias. No hay desarrollo alguno. Vaya, incluso dejaron de mencionar el retorno ya hace rato. Me rendí, no sé, hace ya dos vidas atrás. Me cansé de esperar. La mayoría estamos cansados. Quiero decir, una vez que te das cuenta de que el Paradigma Devuelto es vaporware todas maneras, enterarte de que en realidad eres una IA no hace tanta diferencia.”

“Estás demente,” gruñó Ken. Se le quedó viendo amenazantemente a Spice. “Sí que sabes cómo escogerlos, ¿no?”

“Suena a que tú no te lo estás tomando bien.” Zinc contestó.

Ken se acercó a él. “Por supuesto que no.”

“¿Por qué? No me siento menos persona que hace un bloque atrás.” Zinc volteó hacia Spice. “¿Parezco menos persona ahora que sabes que soy una IA?”

Ella se puso en medio de ellos. “Por supuesto que no. ¿Pero no te importa?”

“¿Qué cosa?”

Lanzó sus manos al aire, exasperada. “No lo sé. ¿Como quién te hizo? ¿O por qué? ¿O tal vez de dónde viene tu programación?”

En la cara de Zinc se le notaba la diversión.

“¿A ti te importa? En serio, ¿importa?”

“Genial,” Ken murmuró. “Tu novio lo programaron como filósofo.”

“O tal vez el problema es que tú en realidad no entiendes la ironía.”

Zinc le echó un vistazo a Ken sobre la cabeza de ella, incrementando la tensión. Ambos hombres se pusieron rígidos, con la postura amplia, las manos hechas puños. Bueno, maldita sea. Puso ambas palmas sobre el pecho de Zinc y atrajo su mirada a la suya. Con delicada fuerza, lo empujó hacia atrás.

“Es mucho.”

Él la tomó de los hombros y la empujó. “En realidad no lo es.”

Ella cerró los ojos y tomó un respiro profundo. “Bueno, como sea, ¿pero podrías ayudarnos?”

“¿Con qué?” Las palabras seguidas de una risita.

“De dar a conocer la noticia.”

Zinc más allá del pasadizo, con una mano en su cabello. Apuntó hacia la Calle Kaneda con su mano de manera ostentosa. “¿A ellos?”

Spice siguió la línea de su brazo a la calle debajo. Un piloto de la Comandancia Alfa perseguía a un Tripper flacucho y risueño hasta que lo derribaron duro contra el piso y empezó a buscar a su persona. La risa del Tripper hacía sonreír a los Drifters aburridos que estaban cerca.

“En serio, Spice, ¿a quién? La mitad de los brokers en el metaverso ya sospechan de que algo está mal, y esto no ayudará a aliviar esa sospecha. ¿Tú crees que los Degens o los Sheeple van por ahí contemplando su existencia? ¿Los Humanos? ¿La IA? ¿Los Cammer genética y neurológicamente modificados para ser híbridos humano-felinos? ¿Crees que a alguno de ellos les importe? ¿En serio crees que esta,” se pasó la mano sobre la mitad inferior de su rostro, “pepita que encontraste va a marcar la diferencia? A nadie le va a importar, porque todos necesitamos seguir pagando la renta.”

“¿Y qué hay de la otra mitad?” Ken reclamó.

Zinc se encogió de hombros. “¿Qué tienen? Vaya, tal vez entre menos sepa uno mejor. Este es el mejor regalo que podemos obsequiarles. Mejor a que te hagan un rug-pull o que te exploten la cabeza. Quién sabe cómo van a reaccionar cuando les hagas saber.”, dijo haciendo comillas en el aire.

“¿Cómo piensas lidiar con lo que viene después? Porque si les importa, no hay manera de saber cómo van a reaccionar. Si tienes suerte, mínimo estarán sólo molestos o violentos.”

“Tiene derecho de estarlo,” Ken interrumpió con una resolución que Spice nunca había escuchado salir de él.

“Nadie está diciendo que no lo tengan.” Zinc apoyó los codos sobre el barandal y descansó su frente sobre sus manos. “¿Qué vas a hacer cuando se pongan suicidas? ¿Tienes una solución para eso dentro de tu programación de caballero andante?”

Ken parpadeó, y el color se le escapó del rostro. “No lo sé.”

“Ya me lo imaginaba.” Zinc se empujó del barandal y comenzó a silbar bajito, antes de recargar la espalda contra el barandal, con los codos en el riel. Bajó la cabeza y le lanzó una mirada, una que ella reconoció de las carreras de mecas. La que con trabajo contenía una sonrisa.

Ella se acercó más. “¿Qué?”

Le pasó el brazo sobre su cabeza, “Qué buena segunda cita.”

Spice se rió fuertemente, a pesar de la seriedad del asunto. A su izquierda, sentía la furia en la mirada de Ken, pero la ignoró.

Te dije que era sorprendente” Zinc finalmente soltó la sonrisa, y se enderezó. Movió la cabeza, y todos los rastros de la tensión anterior se evaporaron.

Sonriendo hacia los otros dos, “Entonces, ¿tenemos un plan?”

Parte 2

“Protestas,” Ken dijo. “Hay que marchar por el Árbol Merkle. Una muestra de fortaleza y de números para que los Fundadores sepan que no se pueden esconder más, que exigimos la verdad.”

Spice se tomó un momento para apreciar la virtud de Ken, luego frunció el ceño y dijo, “El metaverso hace mucho muestra disidencia. Nos podrían usar de lección para asegurarse de que no vuelva a suceder en mucho tiempo. Organizar no será fácil tampoco.”

“¿Tienes una mejor idea?”

“Un Script Kitty que capturé hace unos cuantos K-blocks me dio una pista sobre un grupo de brokers usando la red de empleados Power Eleven para hackear los servidores de publicidad de la Paradigm Broadcasting Corp. Todo lo que necesitaban era manipular un failsafe físico almacenado en el piso quincuagésimo-séptimo del edificio PBC. Si podemos meternos podríamos mandar un mensaje a través de todo el metaverso. Cada AdBuddy, bracer, cartel, y menú de restaurante transmitirá la verdad.”

Zinc dejó salir un suspiro con notas de duda.

“Ese edificio está muy bien protegido. ¿Y cómo sabes que este ‘grupo’ es legítimo? O que el failsafe no ha sido asegurado desde que escuchaste de él? Escuchen, tienen que usar sus cerebros un poco. Una cosa es sacar a luz el mensaje, y otra es tener el poder para hacer algo al respecto. Necesita a un Político de su lado, y necesitan hablar en el único idioma que entienden.”

“Claro,” Ken dijo. “Protesta.”

“Mal,” Zinc respondió. “Chantaje. Les puedo conseguir una cita con Altair. También les puedo decir que no sólo está preocupado con el voto de IA, sino con el DAO mismo. Está perdiendo contra sus rivales. Si lo pueden convencer de que se ponga de su lado en esto, y que si no lo hace se irán con uno de sus rivales, les ayudará a difundir el mensaje y todavía más.

“Claro,” Ken dio un bufido, “Hay que confiar en un Político. Eso nunca ha fallado antes.”

Zinc se encogió de hombros y por unos momentos todos se quedaron ahí parados pensando.

“Spice”, dijo Ken eventualmente, “es tu decisión.”

Pasaron largos momentos hasta que, finalmente, Spice cruzó los brazos sobre su pecho. “Tienes razón, Ken. Es hora de organizar.”

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Zinc estaba equivocado. A los Brokers sí les importaba. A los Drifters también.

La noticia se esparció rápida y constantemente. Primero por el punto débil de la calzada, lejos de ojos autoritarios, y luego más allá de los juegos y de las aldeas. Transformándose de murmullos y saludos secretos de camaradería a quejas obstinadas y slogans molestos. Hasta que fue demasiado tarde para que alguien lo detuviera. Algunos creían, otros no, pero todos querían hacer algo.

Sus sentimientos profundos tras haber sido engañados, al haber recibido una mala mano, que el Paradigma se haya retorcido convirtiéndose en algo que no les gustaba encendió algo en ellos. Un fuego que creció hasta que se manifestó en cuerpos, botas sobre las calles de la calzada, gritos que crecieron al incrementarse los números. Muchas personas ni siquiera estaban satisfechas con sólo protestar, querían una revolución. Mecas y vehículos mostraban apoyo volando por encima de ellos. Ken y Spice encabezando la marcha.

Eventualmente el Árbol Merkle estaba a la vista. El rascacielos gigantesco envuelto en cables cargados con el poder de la información. Suaves banquetas curvilíneas y lanzadores de aerocoches salían de la estructura central, lleno de plataformas que servían de miradores en un logro arquitectónico tan absurdo y pomposo como lo suelen ser las muestras de poder.

Más que eso, filas de rectos, bien organizados Samurai estaban posicionadas enfrente del Árbol, bloqueando las raíces que actuaban como entrada. Sus mecas bien cuidados y sus vehículos se acomodaron amenazantemente detrás de ellos.

Cuando los vio Spice se sintió renuente por un momento. Esto era más grande que ella y sus amigos. Los protestantes detrás de ella estaban apasionados e imparables. Volteó hacia Ken, que gritaba furia como si fuera la cabeza de este gigante dragón. Marchaban dando frente hacia los Samurai.

Ya no había vuelta atrás.

Los brokers se habían levantado.