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Failsafe Alfa

Current Phase: C-002
Phase Type: Chapter
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Version Alpha

The Story of TPL

La Tierra está congelada. Envuelta en una era de hielo moderna. Los gobiernos del mundo idearon un plan para salvar a la humanidad que consistía en meter a todos dentro del metaverso. Lo llamaron “La Transición de Paradigma”. Los primeros diez mil voluntarios, listos para pavimentar el camino, eran llamados CyberBrokers. Todo salió mal. Dos siglos después, una autocomplaciente raza humana está lidiando con un gran avivamiento.

Esta es la historia de El Paradigma Perdido.

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Version AlphaThe Story of TPL

Chapter 7

Failsafe Alfa

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ALL RECORDS ARE THE PROPERTY OF TPP AND MUST REMAIN WITHIN THE CORE UNDER STRICT OBSERVATION UNLESS SPECIFICALLY AUTHORIZED. REMOVAL OF RECORDS ARE A CLASS 12 OFFENCE AND PUNISHABLE BY SALARY REDUCTION, DEMOTION, AND TERMINATION.

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RECAP

Las protestas erupcionaron en violencia en el Árbol Merkle cuando los Samurai resistieron y los manifestantes pelearon de vuelta. Cuando se dieron cuenta de que el safe mode había sido deshabilitado en Era Novum, la ciudad descendió en anarquía. Casi asaltada por un astuto Apostador en su camino a encontrar a Zinc, Spice logró vencerlo antes de que se fuera por la carretera. Una vez reconciliados, Zinc y ella platicaron acerca del enfrentamiento en el Árbol Merkle y se preguntó dónde podría estar Unironic Ken. Justo cuando iban a decidir qué hacer próximamente, Spice fue violentamente arrancada fuera del Paradigma.

Parte 1

No.

A Spice le estaba costando ponerse a pensar claramente en el infinito y en el profundo vacío.

No. Estoy respirando. Todavía puedo escuchar los ecos de sonidos. Todavía estoy aquí. No estoy en la nada. Se siente frío. Y húmedo. Y veo destellos del sol.

Spice se arrancó el casco EPA. El sudor le escurría por el cabello y por su chaleco tecnológico. Y estaba frío. Tan frío como solía estar en el recinto, al menos. El olor familiar a amoníaco y acero, la tenue iluminación del gris de su ataúd. La claustrofobia. Se filtraba dentro de sus sentidos como olas lentas, como si su mente se estuviera recargando, byte por byte.

Se frotó los ojos. “¿Me sacaron?”

Hace unos puntos de la bolsa atrás, había estado en un umbral sombrío, pegada a un chico lindo mientras la ciudad ardía alrededor de ellos. Hace unos cuantos bloques, había estado tajando la autopista con ridículas velocidades sobre su motor que rugía y rugía. Ahora estaba de vuelta en el pequeño, asfixiante ataúd que era su cuarto. Sacudió la cabeza y se quitó el pensamiento de encima. Había leído que quedarse pensando mucho en la transición podía convertir los empalmes opacos que unían las distintas realidades en neurosis. “No me interesa agregarle más a las que ya tengo.” En vez de eso, se concentró en sus alrededores, empezando con el estatus de su equipo EPA.

La luz de enlace no estaba verde - mierda, no estaba ni roja. Un sonido irrumpió en sus orejas. Al principio, asumió que eran los latentes ecos de EPA, pero después de un momento, quedó claro que las sirenas del recinto estaban sonando entre gritos y sonidos de pisadas fuertes más allá de su puerta. ¿Qué estaba pasando allá afuera? Todavía desorientada, Spice estaba batallando para quitarse las correas de su chaleco tecnológico, arrancándolas apresuradamente. Se puso una sudadera y abrió la puerta.

La cacofonía de ruidos llegó al máximo, añadiendo preocupación mezclada con confusión de ser pateada para crear un cóctel de ansiedad. La vida en el recinto era, tradicionalmente, monótono. El Paradigma podría estar sumergido en el caos, pero aquí afuera, un ítem sacado del menú era suficiente para traumatizar a los habitantes en vida real.

Fue hacia su puerta y la jaló para abrirla. La mitad de los 300 ocupantes del recinto estaban corriendo por el túnel. Algunos hacían preguntas gritando, algunos entraban en pánico, mientras otros tenían esa mirada aturdida de alguien a quien forzosamente habían sacado de EPA. Pero todos ellos estaban vestidos con ropa de trabajo en combinaciones aleatorias.

Spice vio a una mujer tratando de mantener a unos niños del recinto en una línea ordenada.

“Tú también estabas en el paradigma, ¿no?” Una voz familiar le preguntó por la espalda.

Volteó mientras Sybil se acercaba. Las gruesas telas que normalmente usaba cuando limpiaba los paneles solares se juntaban incómodamente alrededor de su cintura mientras se ataba el sudoroso cabello para hacerse una cola. “¿Cómo es que nos puede sacar así nomás? ¿No se dan cuenta que cortar conexiones así de rápido te puede arruinar la mente? Es como si no hubieran aprendido nada.”

Spice parpadeó y sacudió la cabeza. “¿Qué pasó?”

Sybil le dio la vuelta a Spice, y la empujó de vuelta a su ataúd, y cerró la puerta. “Alístate. Iremos afuera.”

Todavía muy desorientada como para discutir, Spice se puso la ropa para nieve e hizo justo lo que la otra mujer le había instruido.

“Failsafe Alfa.” Sybil se recargó contra la puerta. “El nivel más alto de alarma. No te acuerdas del simulacro que hicimos hace seis, o tal vez siete años atrás?”

Spice señaló la puerta. “Esto no es un simulacro.”

“Oh, ya sé. El soporte de vida es el único sistema que está funcionando, e incluso ese ha disminuido a media capacidad.”

Spice se detuvo con un brazo en la parca. Eso no tenía sentido. “¿Por qué?” Se sentó y se puso una bota.

Sybil se encogió de hombros.

“Lo que te puedo decir es que nadie sabe todavía. Los sistemas se veían bien hace poco. No había drones en el radar. Probablemente sea una falsa alarma, pero se supone que todos deberían dirigirse a sus estaciones y asegurarse de ello. Eso significa que tú y yo iremos allá afuera a limpiar los recolectores.”

Señaló la puerta con la cabeza, mientras Spice terminaba de atar su segunda bota.

Una idea le llegó de repente, y Spice se paró en la puerta. “No hemos tenido un Failsafe Alfa real en más de ochenta años.”

Sybil puso la mano sobre la cabeza de Spice y la empujó hacia enfrente, hacia el río de gente, antes de entrar ella misma. Spice se apresuraba yendo frente a ella. “¿No se te hace extraño? Ochenta años, y ahora estamos teniendo uno, y nadie sabe el porqué?”

“Tal vez que nos hayan sacado así nos frio el cerebro un poquito.” Sybil vio de reojo a Spice.

“Lo digo en serio.” Tomó a Sybil del brazo. “Las protestas, las confrontaciones, la mitad de la ciudad quemándose — ¿y de la nada nos sacan?”

Sybil se soltó del brazo. “Pfft. ¿Quién pasa su tiempo en las ciudades en estos días? Si quieres ver granito y acero, sólo mira a tu alrededor.”

Spice abrió la boca para protestar en contra, pero la cara de Sybil indicaba que no estaba de ánimos para que la convencieran. “Bueno.”

Llegaron a la salida del recinto en silencio, pero la rata dentro de su cabeza seguía girando, tratando de juntar las piezas. ¿Qué le faltaba? Vieron de pronto el caos afuera. Todos los equipos de patrullaje se habían amasado en una desorganizada muchedumbre mientras se abastecían de suministros de los armarios antes de salir.

Sybil se acercó al encargado. “Somos limpiadores de recolectores.”

El tipo alto, con el portapapeles en la mano, las volteó a ver. “¿Sólo ustedes dos?”

“Éramos tres, pero ya sabes, se murió allá afuera. Ahora que lo pienso, ¿por qué sólo hay tres personas en el equipo de limpieza? Es trabajo duro. Y dado el peligro, necesitamos más de una o dos semanas de descanso entre turnos. Con más de trescientas personas en el recinto, ¿no nos pueden dar siquiera un equipo de-?”

Al fin la interrumpió. “Está fuera de mis manos, señoritas. Véanlo con administración.” El encargado carraspeó y volteó a ver a la multitud formándose detrás de las dos mujeres. “Por ahora, ¿por qué no toman un arma y sus postes para señalar, y se largan de aquí?”

“Como sea.” Sybil suspiró e hizo caso. Spice hizo lo mismo. Se colgaron rifles sobre el hombro, se embolsaron sus dispositivos, y salieron.

“No nos puso en la bitácora,” notó Spice. Eso fue todo el seguimiento que le dio al implacable frío brutal que la envolvía. El viento aullaba y mordía como un animal salvaje con miles de pequeños dientes. Cada paso tambaleante era una pelea de cuerpo completo contra la nieve profunda y los furiosos ventarrones. Sybil iba detrás de ella, aprovechando la ventaja de seguir sus huellas. Las gafas de Spice se le resbalaron, y el frío le hizo un corte en la mejilla, jalando lágrimas como témpanos. Se paró lo suficiente como para quitárselas con el dorso de su guante, se ajustó las gafas, y continuó.

Un poco de progreso más, otro marcador encajado en la nieve. Mientras tanto, acomodaba el torbellino de ideas que corrían por su cabeza. No podía evitar pensar que esto no fuera una falsa alarma. Algo real estaba sucediendo, algo malo. La idea seguía en su cabeza, tan insistente y difícil como el frío que la golpeaba. Se volteó y Sybil casi choca contra ella. Cuando su colega recuperó el balance, Spice alzó la voz sobre el aullido del viento.

“¡Tengo que irme!”

Sybil sacudió la cabeza. “¿Qué? ¿A dónde?”

“Al buzón.” Spice apuntó hacia la dirección opuesta de los paneles solares.

Sybil se acercó lo suficiente para ser escuchada más que el viento y tomó los hombros de la otra mujer. “No pierdas la cordura, Spice. Sé que es estremecedor que te saquen de manera tan brusca y luego venir aquí afuera, pero-”

Spice se quitó las manos de encima. “Estoy cuerda, ahí hay un POST.” P.O.S.T significaba Transmisor Offline de Señales del paradigma. Era un pequeño objeto del tamaño de una lonchera. Armazón de plástico. Con un panel laminado adentro. Era un enlace directo de comunicaciones a EPA. En teoría.

“Tengo que enviar un mensaje al Paradigma. Es la única manera.”

“No, no sabes lo que estás diciendo.” Sybil sacudió la cabeza. “Nadie ha visto el POST en 80 años. No desde La Tormenta.”

“Hace unos meses salí de la ruta un poco. Está en esa dirección más o menos.” Spice lo señaló de nuevo. “Vi algo en la nieve. Estoy segura. Un bunker. Un puesto de avanzada. No sé. Pero podría estar ahí.” Sacó su pequeño y antiguo radar y lo apuntó hacia allá. “Triangula.”

“¿Qué hay de mí?” Sybil le pegó con el guante a la espalda. “No puedo ir yo sola. ¿Qué tal si me ataca un bandido? ¿O algo peor?”

“¿Cómo puedo explicar esto sin sonar aún más demente?” Pensó Spice y sacudió la cabeza y le puso la mano sobre el hombro. “No va a pasar. Confía en mí. Estarás bien. Cúbreme para cuando regreses.”

Sybil vio a su alrededor por si algo o alguien salía de la nieve para apoyarla antes de irse. “Me debes una.”

Spice bajó la mano y sonrió detrás de su máscara. “Te cubriré el próximo turno. Te lo prometo.”

“Los dos siguientes.” Sybil le lanzó una mirada furiosa.

Hizo un gesto de dolor antes de aceptar. “Está bien, dos. Que te vaya bien.”

“A ti también.”

Spice dio la vuelta, y Sybil pasó de largo hacia los colectores solares. Comenzó las calibraciones en el radar y se aventuró hacia la extensión infinita del panorama blanco.

Parte 2

“Hola, Unironic Ken.”

“Hola, Zinc.”

Gruñeron las palabras desde lejos, pero en el tranquilo espacio del bar vacío, al estilo de la prohibición, en el sótano, el otro único sonido era el rechinar de los vasos mientras los limpiaba el cantinero mientras una balada salía de una vieja rocola al final del cuarto. Ken se acercó a la cabina donde Zinc estaba sentado, cuidando la puerta, y se deslizó por el asiento de cuero gastado del lado opuesto.

Zinc engulló lo que quedaba de su bebida azul neón, y le hizo una seña con el tarro vacío al cantinero. Sin quitar la vista del otro hombre, Unironic Ken levantó dos dedos

Después de una larga pausa, Zinc habló primero, con tensión detrás de las palabras. “No estoy buscando pelea.”

Ken gruñó indignado. “¿Quién dijo algo de pelear?”

Zinc hizo un círculo con el fondo de su tarro sobre la mesa. “No sé. Tal vez el mismo tipo que tampoco dijo nada acerca de marcar contra los Samurai de la ciudad.”

“Y lo haremos una y otra vez hasta que personas como tú lo entiendan.” Las dos bebidas sonaron al estrellarse sobre la mesa. El tosco cantinero se paró enfrente de ellos por un momento, viéndolos fijamente a ambos, vigilante y molesto.

Asintieron con la cabeza, y él gruñó al voltearse. Zinc aprovechó el momento para respirar profundamente y calmar sus nervios apretando sus puños sobre la mesa. “Mira, te pinguée para decirte que Spice fue desconectada.”

“¿La desconectaron cuando estaba contigo?”

“¿En serio? Para ya - dijo que te había pingueado un montón de veces. De seguro estabas muy ocupado yendo contra el gobierno.” Se pasó una mano por el cabello. “No fue una desconexión normal. Fue de repente. Fue severa. Estoy preocupado.”

Unironic Ken abrió la boca, luego la cerró. Exhalando, tomó un largo y lento trago de su bebida. “Me mensajeó.”

Zinc levantó una ceja. Sacudiendo la cabeza, murmuró, “Es lo que te acabo de decir.”

“No.” Ken puso el antebrazo, con su bracer alrededor, sobre la mesa. “Después de que fue desconectada. Desde fuera de EPA.”

Zinc se inclinó hacia enfrente y ladeó la cabeza para ver el mensaje en el bracer.

recinto desconectada failsafe alfa sospechoso momento justo ayúdame

Se quedó viendo el mensaje durante todo un bloque, como si estuviera escrito en otro idioma. “¿Cómo sabes que es ella?”

Unironic Ken se encogió de hombros. “Tuve un presentimiento y chequé la firma. Ahora, con tu confirmación de que fue desconectada, estoy seguro de que fue ella.”

Zinc vio el mensaje de nuevo. “Parece que tenía un límite de caracteres para el mensaje.”

“Cierto. Y el hecho de que nos pidió ayuda debe significar que el recinto está en problemas. Busqué lo que es un ‘Failsafe Alfa’. Es conocimiento del mundo real, así que no pude encontrar mucho, pero algunos drifters dijeron por los foros que es un estado de alarma que causa que cortes de energía superfluos - como equipos EPA.”

Zinc suspiró y recargó la espalda, dándole un sorbo a su bebida y viendo hacia la nada. El bracer de Ken sonó, su brazo todavía sobre la mesa. “¿Quién es?”

Ken frunció el ceño al ver el bracer. “No sé. Es un mensaje de audio. Encriptado.”

Le dio play, y una voz distorsionada, como un montón de electrónicos fallando, surgió.

“Te puedo ayudar. Encuéntrame en el Nodo Etéreo ahora mismo.”

El mensaje se repitió. Después de la segunda vez, Zinc golpeó el tarro sobre la mesa y se levantó.

Ken volteó a un lado. “¿A dónde vas?”

“¿A dónde crees?”

Ken toqueteó su bracer. “No sabemos nada acerca de este mensaje, mucho menos quién lo mandó. Podría ser una trampa.”

Zinc se encogió de hombros. “Es la única pista que tenemos, Ken. Digo, ¿qué es lo peor que podría pasar?” ¿Que me desmaterialicen?” Golpeó la mesa con sus nudillos para la suerte. “No tienes que venir” Volteó a ver al cantinero y se dirigió hacia la puerta.

Ken vio al cantinero terminar de limpiar otro tarro antes de terminarse el último sorbo de su bebida, y siguió a Zinc fuera del bar.

***

El Nodo Etéreo existía a sólo quince cuadras de distancia, pero se sintió más lejano hoy. Cada uno siguió su propia ruta. Unironic Ken se fue por la acera de las calles, merodeando entre las sombras, alarmándose cada vez que pasaba un vehículo a alta velocidad o cuando escuchaba un ruido cerca. Zinc caminó casualmente, como si fuera camino a su apartamento. Su cara una máscara un poco entretenida, al ir mirando al otro hombre.

A diferencia de los otros antros de la ciudad, el Nodo Etéreo se encontraba lleno de luces y ruido, y seguía abierto todavía. Para muchos, el gran edificio iluminado por luces neones se cernía de manera familiar, el lugar con la mejor música, la gente más diversa, y el ambiente más emocionante.

Para otros, era un segundo hogar, un lugar para trabajar, o incluso un lugar para evitar. El Nodo Etéreo era donde se hacían contactos, se negociaba tratos, y se armaban los planes. Si querías comprar un químico, contratar un sicario, o incluso pasar un buen rato - y no sabías dónde más buscar - venías aquí. El Árbol Merkle podría ser donde residía el poder, pero en el Nodo Etéreo es donde se transfería. Lo que significaba que el Nodo Etéreo no necesitaba seguridad. Incluso con la ciudad envuelta en caos, una regla tácita existía de que nadie tocara el lugar. Los clientes golpeaban de vuelta.

Duro.

Ken entró al antro primero, saludando gente al ir pasando por entre la multitud que estaba a las orillas de la gente principal. Zinc se detuvo por un momento para escanear el lugar, localizando personas que podrían estar buscándolos. El antro retumbaba, como de costumbre. Las luces neones cortando hermosas figuras de los cuerpos sobre la pista de baile. La música era muy rítmica, te despejaba la mente, tan fuerte que te llegaba hasta el alma. Un Soñador en la esquina abrió portales de visión hacia paraísos lejanos para una audiencia que tamboreaba.

“Ven para acá,” Ken le llamó a Ken, antes de despedirse de la mesera con la que conversaba. Zinc se deslizó de lado haciendo paso por entre la multitud ocupada y lo siguió hasta una cabina vacía en una de las tantas esquinas del Nodo Etéreo.

“¿Por qué te sientas?” Preguntó Zinc. “Debemos encontrar al contacto.”

Unironic Ken se le quedó viendo fijamente. “Relájate, basurero.” Ken le hizo una seña para que se sentara. “La mesera me dijo que alguien nos dejó un mensaje para que ‘reunamos con Squeakers’ en esta cabina.”

“¿Un mensaje? ¿De quién?” Zinc se sentó, toqueteando la mesa.

“Dice que no ha visto a nadie. Que tan sólo encontró la nota sobre la mesa.”

“Genial,” Zinc frunció el ceño. “Probablemente estamos lidiando con uno de esos puzzle masters.” Después de una pausa, volteó hacia Ken. “Otra cosa, no me digas ‘basurero’.”

“¿Por qué no? Ese es tu trabajo, ¿no? ¿Cleanup Crew?

“Claro: Cleanup Crew. No basurero.”

Ken se rió. “No hay necesidad de ofenderse, amigo.”

“Suenas muy ‘ofendido’ en este momento.”

“Al menos no estoy acomplejado por ser-” Zinc comenzó, luego se detuvo y se puso a ver a la multitud. “Olvídalo.”

“No. Continúa.” Ken cruzó los brazos, todo el humor se había ido.

“Dije que lo olvidaras.”

“‘Un ‘Leftover’. Eso es lo que ibas a decir, ¿no es así?”

Zinc concentró la mirada en la de Unironic Ken.

“Mira,” Zinc mantuvo el tono de su voz constante y pasivo. “No tengo ningún problema con ello. No creo que alguien valga más o menos que otro. Pero sé que algunos de ustedes se quedan traumatizados por eso de ‘no tener un talento real’.

“¿Un talento real? ¿Qué, como tallar pixeles y cambiar texturas en zonas abandonadas?”

“¿Ves a lo que me refiero? Es un complejo.”

“No es un complejo, basurero.”

“¿Quién se ofendió ahora? Hiciste que todos hicieran arder Era Novum sólo porque-”

Ambos pararon, inmediatamente distraídos por la rata que se había subido a la mesa. Se le quedaron viendo confundidos mientras daba mordisquitos y volteaba a verlos de vuelta, los ojos negros brillando en las transitorias luces rosadas de la pista de baile.

“¿El Nodo Etéreo ahora permite mascotas?” Zinc murmuró.

Una dramática pausa en la música aisló el ruidito agudo del ratón.

“Squeakers!” Ken soltó una carcajada triunfante, apuntando.

“¿Éste es con quien debíamos de reunirnos?”

“Debe de serlo.”

Zinc sacudió la cabeza y soltó un quejido. “¿Sabes qué?” Se movió en su asiento. “Gracias por la agradable conversación, pero me largo de aquí.” Se detuvo, sin embargo, al ver un documento enrollado en la pierna de la rata. Se acomodó de vuelta en el asiento y se estiró para tomarla, cuidadosamente, esperando que la rata lo mordiera. No lo hizo, y eventualmente logró sacar el pequeño pedazo de papel.

“¿Qué es?” Ken preguntó.

“Una nota.” Zinc la abrió. “‘Dile ShaDAO a tu amiguito.’”

Unironic Ken repitió las palabras lentamente para sí mismo. “¿Spice?”

Zinc se encogió de hombros “¿Es a esto a lo que se refiere por amiguito?”

“¿Cómo podríamos? Fue desconectada. La persona que nos envió esto sabe de ello.” Ken estudió la cara de Zinc por un momento, y luego sacudió la cabeza. “No. Ni siquiera eres un amiguito.” Le dio un vistazo al antro, a través de los bailarines y los bebedores, y luego su cara se iluminó. “Al amiguito de todos, el AdBuddy!” Saltó de su asiento. Zinc se le quedó viendo escépticamente. “Por favor.”

Con un suspiro, Zinc se levantó, y se hicieron paso por entre la pista de baile hacia el otro lado del antro, donde un AdBuddy estaba tratando de entretener bebedores. Viendo su interés, giró para darles la cara con todas las cinco pantallas mostrando un feliz y amigable rostro.

“Tenías razón, Ken.” Zinc se detuvo frente al AdBuddy. “Esto se siente como una trampa, o un Script Kitty se está burlando de nosotros.”

“Normalmente no hago esto, pero quiero ayudar,” dijo el AdBuddy. “Pareces ser una buena persona, y quiero-”

“Cállate,” le dijo Ken, arrebatándole la nota de papel a Zinc. “Estamos aquí ahora - y fue tu idea venir aquí en primer lugar. ¿Cuál era la contraseña de nuevo?”

‘Dile ShaDAO a tu amiguito,’” Ken la leyó en voz alta. “Definitivamente debe de ser el AdBuddy.”

“¿Sabes siquiera qué es ShaDAO?” Zinc volteó a ver a todo el antro de manera sospechosa. “Son los que se encargan de las estaciones de saltos. ¿Qué tiene que ver una compañía de transportes con todo esto?”

“Guarda silencio,” Ken no lo volteó a ver, concentrándose en su bracer. “Me estoy conectando al Buddy.”

De pronto, la cara del AdBuddy empezó a parpadear junto con el resto de sus pantallas. Montones de código fluían en cascadas en su lugar. El bracer de Ken sonó con el tono de cuando recibes múltiples puntos de información.

“¿Qué obtuviste?” Zinc se asomó sobre su hombro. “‘Diez por ciento menos en tu próxima búsqueda sin sentido?”

Ken respondió girando y corriendo hacia la salida trasera del Nodo Etéreo, empujando a muchos patrons, con sus ojos fijos sobre su bracer. Golpeó la puerta hacia el callejón oscuro detrás del antro y continuó rápidamente pasando a un titilante, propulsado drifter.

“¡Oye!” Zinc le llamó al salir de la puerta, alcanzando a Ken. “¿Qué dice?”

“Tenemos 100 bloques.”

“¿100 bloques para qué?”

“Para traer a Spice de vuelta a EPA,” Ken se detuvo un momento para enseñarle a Zinc la información en su bracer. “Dice aquí que el Failsafe Alfa de su recinto está siendo activado por un dispositivo dentro de un edificio fuertemente vigilado en el distrito industrial. El edificio pertenece a una compañía de lavado de dinero, aparentemente, para ShaDAO. ¿Todavía piensas que sólo son una compañía de transporte? En fin, los sistemas de defensa del dispositivo estarán caídos durante los siguientes 100 bloques, así que si podemos llegar a tiempo…”

Zinc dio un resoplido burlándose, pero Ken iba muy rápido como para darse cuenta.

“¿Así que vas a meterte a este edificio fuertemente vigilado sólo porque te lo dijeron una rata y un AdBuddy?”

“¿Qué es lo peor que podría pasar?”

Ken se detuvo para mostrarle a Zinc su sonrisa sarcástica. “¿Que nos desmaterialicen?”